Internet, Estado y control
Los Estados Unidos se encuentran en
este momento discutiendo en su congreso una reforma del código migratorio que,
por un lado, legalizará a medias el status de ciudadanía de 11 millones de
inmigrantes ilegales dentro de su territorio y por otro lado, por lo que las
discusiones vienen mostrando, hará obligatoria la recopilación de datos
biométricos de ellos dentro del sistema E-Verify,
ya existente pero de uso voluntario. La identificación de las personas a partir
de datos biométricos es algo ya instalado, a pesar de nunca discutirse, en
nuestro país, sin embargo, a nivel internacional es una cuestión polémica
puesto que brinda al Estado cada vez más herramientas para la creación del
sistema de espionaje interno más grande y sofisticado de la historia.
En el año 2004, el diario La
Nación, recogía del New York Times un artículo sobre la aprobación por parte de
la Administración Federal de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en
inglés) de la comercialización de un chip implantable que, en un principio, facilitaría
a los médicos la obtención de información sobre la historia médica de los
pacientes. Acerca de esto, Scott Silverman, presidente de la compañía que se
encargaría del desarrollo comercial de los Verichips
declaraba:
"La aprobación de la FDA debería ayudarnos a sobrellevar el terror de los implantes de identificación personal y las sospechas que esto ha despertado. Pensamos que ya hay menos cantidad de personas que se oponen a estos desarrollos, aunque aún no podemos saber si los implantes de identificación pasarán la prueba de quienes temen nuevos niveles de vigilancia personal"[1]
Los gobiernos de los elefantes y
los asnos[2],
en Estados Unidos, a partir de los atentados del 9/11, como si tratara de convertir en realidad las narcopesadillas literarias
de Philip K. Dick, han realizado cada vez más avances sobre la creación de un
sistema de control interno apoyado sobre la intervención de los mensajes y
datos que por teléfono e internet sus ciudadanos comparten y la creación de
registros de sus propios ciudadanos y del exterior, compuestas por los datos
biométricos de estas personas.
Sobre de la obvia realidad de que
todas las personas que están registradas en las redes sociales de internet,
hacen de manera voluntaria de acceso público sus vidas, al subir en sus muros y
perfiles, datos acerca de sus actividades cotidianas, posturas políticas,
creencias religiosas, gustos gastronómicos, etc., debemos tener en consideración la relación de colaboración que
tienen las agencias de inteligencia a nivel mundial con las empresas prestadoras
de servicios de comunicación, sean estas de telefonía móvil o fija, o
proveedores de servicios de correo y almacenamiento de datos en la web.
El rol de internet en el esquema de
comunicación social que ha permitido la aparición de radios personales con la
sola herramienta de una PC con micrófono, una conexión a internet y un servicio
de streaming, de agencias de noticias
comunitarias como las que hay en nuestro país[3], Indymedia, movimientos políticos como los de la Primavera Árabe que ante el peligro que
corrían las asambleas en espacio público en cada uno de esos países,
organizaron y difundieron sus actividades por medio de las redes sociales y
luego salieron a las calles masivamente para hacer oír su voz, aumenta
exponencialmente a la vez que se van desarrollando nuevos espacios dentro de la
web. De la misma manera, los sistemas de vigilancia van sofisticando sus formas
de acceso a la información y bajo la
excusa de combatir el terrorismo, agencias como el FBI ejercen presiones
económicas sobre grandes empresas, como las que proveen servicios como Skype,
Facebook y GoogleTalk para que brinden a su requerimiento las conversaciones de
sus usuarios y la información que estos comparten de manera privada en una red
de acceso público, tanto por otros usuarios que estén familiarizados con el hackeo como por las mismas prestadores
del servicio.
Así, tenemos como caso testigo de
solo hace unos días el reconocimiento por parte del Departamento de Justicia de
los EE. UU. de la intervención y obtención de registros de llamadas, brindados
por la compañía Verizon, de los teléfonos de las sedes de la Associated Press
en Nueva York y Washington D.C. a la vez que de por lo menos 100 periodistas
asociados a la AP que investigaban acerca de casos de violaciones de derechos
humanos, corrupción y maltratos por parte de las fuerzas armadas de ese país en
la base penal de Guantánamo, en Afganistán e Irak, países que todavía se
encuentras bajo ocupación militar de la OTAN, y sobre la participación de los
servicios de inteligencia estadounidenses en un ataque terrorista ocurrido en
Yémen.[4]
La amenaza que representa la guerra cibernética para los Estados es
cada vez mayor, a la vez que su potencialidad como herramienta de control
geopolítico ya ha sido demostrada con el ataque que sufrieron el año pasado los
centros de investigación y desarrollo nuclear de Irán por parte de Israel y
Estados Unidos[5],
a la vez que por las acusaciones que varias compañías estadounidenses, y luego
el mismo ejército, realizaron contra las FF.AA. chinas, respecto del ataque a
los portales y sistemas informáticos con los que tanto las compañías como el
ejército se manejan[6].
La potencialidad del control de lo que se ve, se oye y se comparte en la web ya
ha sido demostrada por decenas de Estados que controlan los contenidos y que
han hasta llegado a “apagar” internet dentro de sus fronteras para evitar la
comunicación entre sus ciudadanos, como se dio, durante el comienzo de las
revueltas en Egipto que terminaron con la caída del gobierno de Mubarak. China,
por ejemplo, tiene su propio servicio de búsqueda en internet, muy parecido a
Google, pero cuyos contenidos son controlados por el inmenso sistema de
inteligencia interna del gigante asiático. Los periodistas que en 2008 fueron a
realizar la cobertura de los juegos olimpos de Beijing no solo fueron testigos
sino que también fueron víctimas de ello.
“Gobiernos
del Mundo Industrial, vosotros, cansados gigantes de carne y acero, vengo
del
Ciberespacio, el nuevo hogar de la Mente. En nombre del futuro, os pido en el
pasado
que nos dejéis en paz. No sois bienvenidos entre nosotros. No ejercéis ninguna
soberanía
sobre el lugar donde nos reunimos. No hemos elegido ningún gobierno, ni
pretendemos
tenerlo, así que me dirijo a vosotros sin más autoridad que aquella con la
que
la libertad siempre habla.”[7]
Ese primer párrafo de la
Declaración de independencia del ciberespacio que John Perry Barlow escribió en
el año ’96 en la ciudad suiza de Davos, es hoy solo un registro histórico de la
voluntad de un activista que supo prever el paso que irían a dar las grandes
potencias del mundo sobre el hogar de
la mente, la internet, su más sofisticada creación.
El día que
Person of Interest salga de la
pantalla.
La serie Person of Interest, creada por Jonathan Nolan, salió al aire el 22
de septiembre de 2011 y nos muestra, básicamente, las aventuras de dos héroes que intentan salvar a la
población civil de los Estados Unidos de los agujeros que tiene su sistema más
sofisticado de seguridad interna. Sus protagonistas: Finch (Michael Emerson, el malo preferido de todos los que
siguieron la serie Lost) es el
creador de un sistema de reconocimiento de personas en tiempo real llamado “The Machine” que, diseñado
altruistamente para asistir en la seguridad dentro del territorio de los
EE.UU., es controlado por la CIA, el FBI y la NSA, en su continua cruzada
contra el terrorismo internacional, mientras que Reese (James Caviezel, el Jesús de Mel Gibson) un ex agente de la
CIA, torturado por los fantasmas de su pasado, rescatado por Finch de su
presente de linyera neoyorquino, son los dos héroes de esta historia en la que
el Estado, que todo lo puede ver, decide hacer la vista gorda ante las amenazas
a ciudadanos particulares que pueden estar por ser asesinados como ser ellos
mismos los asesinos. Nuestros dos “arrepentidos”, aunque no lo sean en verdad,
del sistema: el programador de computadoras y el espía asesino, llevan a cabo
su ardua tarea tratando de mantenerse en la clandestinidad, combatiendo al
crimen organizado entre tantas otras cosas, mientras son acosados por los
servicios de seguridad interna del país cuyos ciudadanos, tan altruista y
heroicamente están defendiendo.
¿Cuál es el asunto con esta serie?
Se estarán preguntando aquellos que estén leyendo este artículo. En este caso,
la serie solo muestra algo más que todos deberíamos preguntarnos cuán lejos está
de convertirse en realidad. La existencia de un sistema que en tiempo real
podrá ubicar, a partir de un número de identificación personal y de los datos
biométricos asociados a ese número a una persona en cualquier lugar que se
encuentre dentro del sistema territorial de vigilancia, que utiliza todas las
conexiones telefónicas habilitadas, las cámaras de vigilancia de edificios y
espacios públicos y privados y hasta los propios dispositivos tecnológicos que
posean acceso a internet o a las redes de telefonía celular de las personas en
cuestión, convertirá a quien lo utilice en el poseedor del sistema de
inteligencia y espionaje más grande y sofisticado que la humanidad haya visto.
En el año 2011, el filósofo
esloveno Slavoj Zizek tomó el micrófono ante una asamblea del movimiento Occupy Wall Street reunida en Zuccotti
Park y en un momento de su disertación contó un chiste que surgió dentro de los
viejos regímenes comunista de Europa del este, acá va la transcripción:
“Un hombre
es enviado de Alemania del este a trabajar en Siberia. Él sabía que su correo
iba a ser revisado por los órganos de censura, por lo que le dijo a sus amigos:
“establezcamos un código; si una carta que reciben de mi está escrita con tinta
azul, lo que digo es cierto, pero si está escrita con tinta roja, es mentira”.
Luego de un mes sus amigos reciben su primera carta. La carta dice: “todo es
maravilloso aquí, las tiendas están repletas de comida y los cines pasan buenas
películas del oeste. Los departamentos son enormes y lujosos. Lo único que no
puedes conseguir comprar es tinta roja”. Esta es la manera en la que vivimos.
Tenemos todas las libertades que queremos. Pero lo que nos falta es la tinta
roja: el modo de expresar nuestra no-libertad.[8]
Esta es la forma en la que se
reproduce el poder en las Sociedades de
Control de las que habló Deleuze[9].
En nuestras sociedades que tienden cada vez más hacia la flexibilización del
control, ya alcanzado hoy por hoy en los países desarrollados del capitalismo
occidental, pero no tanto en países como los nuestros en donde se da una
disparidad tecnológica con esos países, y hasta con China que siendo hoy en día
un Estado que está al mismo nivel tecnológico que los occidentales sigue
manteniendo el control directo y rígido sobre su población, el ojo del poder
está en la sensación de “bienestar y tranquilidad” del público medio: la cámara
de vigilancia y la posesión de una identidad acreditada por un Estado Nación.
En las Sociedades Disciplinarias, de grandes espacios de encierro de las
que hablaba Foucault, la vigilancia sobre el individuo se establecía en el
marco de instituciones confinadas a un espacio físico cerrado (el hogar
familiar, la escuela, el cuartel, la fábrica, etc.), hoy esas instituciones han
mutado en nuevas formas, debiendo el control particular en los ámbitos físicos
dentro de los que uno se encontrara transformarse en una forma más general, y
hasta más participativa para el vigilado, de su propia vigilancia y control. La
sofisticación de los medios tecnológicos de control se puede ver, por ejemplo,
en que la entrada y la salida del espacio de trabajo ha dejado de ser a través
del fichado de tarjetas, y utiliza hoy en día la lectura de huellas digitales,
método mucho más práctico y confiable para el control del personal. Pero sobre
eso uno debería comenzar a preguntarse qué posibilidad hay de que la misma
huella digital del pulgar de uno sea vendido “anónimamente” a alguien, como lo
son los datos que tanto empresas de tarjetas de crédito y bancos, obtienen.
Hoy la vigilancia no pasa por la
construcción de complejos y costosos sistemas de seguimiento de individuos
particulares detrás de los cuales un grupo especial debe estar siguiéndole los
pasos, sino que se da de forma dispersa pero interconectada en una red de información
en la que se encuentra, o en breve, se encontrará, todo. Nuestros datos
biométricos asociados al número del DNI, la tarjeta SUBE (para los que la
tengamos) cuyo número es asignado a nuestro DNI, a partir de la cual el
Ministerio del Interior guarda un registro de las últimas veces que fue
utilizada, es decir dónde y cuándo, nuestros perfiles públicos de Facebook,
Tumblr., Twitter, nuestras casillas de correo electrónico, todas las imágenes
nuestras capturadas por cámaras de vigilancia de bancos, trenes, calles,
edificios y plazas y demás datos, constituyen la identidad digital que poseemos
dentro del complejo sistema de control de nuestras sociedades.
¿Te acuerdas del Estado?...volvió, en forma de
cámaras.[10]
Pero cómo se da este proceso de
construcción de sistemas de vigilancia y control personal en nuestro país, esa
es la gran cuestión.
Desde la aparición del
kirchnerismo, desde la derecha patronal hasta el progresismo de centro
izquierda, todos, absolutamente todos, hablan, como si el Estado no hubiera
existido y garantizado las ganancia y la seguridad para los sectores dominantes
durante los años ’90, de la reaparición del Estado Nacional como un agente
político con injerencia en los distintos ámbitos de la vida pública. Desde la
derecha se acusa al kirchnerismo, como buen peronismo que es, de un estatismo
que ahoga a la industria y al campo, interviene de forma censuradora y
antiliberal en los medios de comunicación, como en el caso de la ley de medios
y el conflicto TyC-Fútbol para todos, que actúa principalmente ahogando la
economía e impidiendo la libre acción de los ciudadanos avasallando libertades
personales tan importantes como la compra de dólares. Mientras que el
progresismo de centro izquierda que apoya al gobierno desde el grupo de
intelectuales con sede en la Biblioteca Nacional y los partidos y las
organizaciones políticas enmarcadas dentro de Unidos y Organizados y demás
frentes de organizaciones, hablan de la reaparición del Estado a favor de los
humildes, de los descamisados, de los que luego de la década oscura de los
noventa, de la que sus mismos líderes fueron partícipes, con medidas como la
Asignación Universal por Hijo, la reestatización de fondos de pensiones, la
entrega de netbooks a los alumnos de las escuelas y colegios públicos y la
supuesta recuperación para la Nación de los estandartes de las empresas
públicas como Aerolíneas Argentinas e YPF, vuelven a ser protagonistas del
desarrollo de la Nación.
Si el Estado reapareció en esta
década fue solo a medias, o mejor dicho, para continuar con un proceso económico
abierto desde la última dictadura militar. Es el Estado Nacional y sus aliados
provinciales, el responsable de la continuidad del proceso de saqueo de los
recursos naturales del país y del continuo enriquecimiento de las grandes
corporaciones a expensas del pueblo trabajador. Luego de la crisis de 2001, fue
el mismo Estado que había colapsado, el que reorganizando sus fuerzas internas,
reestructuró la relación de dominación y control de la clases dominante frente
a los trabajadores y desocupados, mediante el disciplinamiento de grandes
sectores del movimiento piquetero y la “estabilización” de los índices
económicos que llevaron a un crecimiento del empleo, a la vez que a un
crecimiento de la precarización laboral, garantizando ganancias extraordinarias
a los sectores patronales. Es el Estado, que supuestamente reapareció, el responsable,
por acción, pero generalmente por omisión, negligencia y corrupción, de las
muertes del crimen de la estación Once, de las inundaciones en La Plata, y
tantos otros casos más de relevancia nacional o regional.
Yendo a la cuestión particular de
las estructuras de inteligencia y control estatal, hemos visto cómo el discurso
de la seguridad social, enfocado en la construcción de una ciudadanía atenta e
incluida dentro del sistema, se ha transformado en el de la seguridad
ciudadana, dentro de la que se enmarca la creación y el fortalecimiento por
parte de los medios masivos de comunicación y el mismo Estado de una imagen
criminal sobre los habitantes de los barrios más marginas de las grandes
urbanizaciones del país, a lo que se suma la redistribución de funciones dentro
de la estructura represiva del Estado, asignando nuevos espacios de acción para
dispositivos represivos del Estado como la Gendarmería y la Prefectura, además
de la proliferación de los servicios privados de seguridad[11].
Y este discurso acerca de la
seguridad no es solo expresado por, según el kirchnerismo, la derecha, sino por
el mismo FpV en todos sus estamentos, desde las municipalidades hasta el Senado
de la Nación.
Al descubrimiento del Proyecto X,
una base de datos construida por la Gendarmería, destinado al almacenamiento de
información y la construcción de perfiles de militantes políticos a lo largo y
ancho del país, al servicio de la “justicia” y del gobierno de la
criminalización y la represión de la protesta social, y del reciente
descubrimiento de un agente de inteligencia de la Federal, controlada por el
ministerio de Garré, dentro de la Agencia de Noticias Rodolfo Walsh (figura tan
reivindicada por los militantes kirchnerista, pero que en un atrevimiento que me
tomo en este momento, diría que sería el último que fuera a escribir para la
“Korpo”, el complejo de medios, estatales o privados, cooptados por el
kirchnerismo, que cada día es más), le podemos sumar, dentro de este análisis, el
proceso de camarización de los espacios urbanos de los cordones urbanos del
país y los anuncios de la Presidenta acerca de la puesta en marcha de un sistema
de identificación biométrica, el SIBIOS bajo la órbita del Registro Nacional de
las Personas, la Policía Federal y las agencias de seguridad del Estado.
¿De qué se trata esto? La fundación
Vía Libre, junto a la Electronic Frontier Foundation, en el año 2011, sacó un
comunicado luego de los anuncios en cadena nacional de la presidenta, y en este
nos explican la situación:
(…) el gobierno planea
redimensionar esa base de datos –Las que posee actualmente el
RENAPER y la PF- para
facilitar “acceso fácil” al integrar esos datos en un nuevo sistema integrado
orientado a la seguridad. Esto aumenta el grado de vigilancia generalizada, ya
que las agencias de seguridad de Argentina tendrán acceso a repositorios masivos
de información de ciudadanos, y serán capaces de mejorar las capacidades de
hacer reconocimiento facial y por huellas digitales con tecnologías que
permitan identificar a cualquier ciudadano en cualquier lugar. (…)El SIBIOS
estará completamente integrado con las bases de datos de identificación, que
además de los identificadores biométricos, incluyen imagen digital, estado
civil, grupo sanguíneo y otras informaciones básicas que se recolectan desde el
nacimiento y a través de la vida de las personas. Además, no sólo la Policía
Federal tendrá acceso a este sistema integrado. SIBIOS fue diseñado para el uso
de otras fuerzas de seguridad y organismos, incluyendo la Dirección de
Migraciones, la Policía Aeroportuaria y la Gendarmería Nacional, incluso estará
disponible a las fuerzas policiales y entidades provinciales, a través de un
Acuerdo con el Estado Nacional. Sin embargo, no ha habido discusión pública
sobre las condiciones bajo las cuales los oficiales públicos tendrán acceso a
los datos.[12]
El SIBIOS ya está vigente y sumará al Estado de
esta manera, una herramienta más para el control de los ciudadanos. Esta no es
un cuestionamiento naif acerca de la invasión de la privacidad de las personas,
sino que se relaciona directamente con la construcción de un aparato, tanto de
vigilancia como represivo, por parte del Kirchnerismo, que ya ha aprobado la
Ley Antiterrorista y está a punto de hacer realidad su proyecto de reforma del
Sistema Judicial, y que quedará para futuros gobiernos.
En un país en el que la judicialización, criminalización
y persecución, la desaparición y el asesinato, de los militantes de
organizaciones sociales y políticas, no es solo responsabilidad de los
gobiernos dictatoriales, sino también de los demócratas de turno, que utilizan
no solo las fuerzas represivas “legales” del Estado sino también a las patotas
sindicales aliadas al poder de turno (y esto se vió claramente en el asesinato
del compañero Mariano Ferreyra), este tipo de herramientas y aparatos de
seguimiento y control, son un peligro y es, tal vez, solo cuestión de tiempo
hasta que el kirchnerismo, vuelva a avanzar en su persecución contra el
incipiente movimiento político que por izquierda viene enfrentándose tanto a
las burocracias sindicales como a las patronales y el Estado, que funcionan
dentro del capitalismo, como uno.
Seguimos habitando hoy en día un nuevo viejo mundo
en el que el desarrollo de las tecnologías en vez de direccionarse hacia el
progreso general de la humanidad, se utiliza para el fortalecimiento de las
instituciones de control en un sistema no solo represivo sino también
regresivo, que impide el libre desarrollo del potencial mental humano y
condiciona la vida misma a la continuidad de esta barbarie civilizada que nos
rodea. En este sentido, nos recomiendo, siendo también un ignorante respecto
del uso de muchas herramientas informáticas, comenzar a familiarizarse con el
uso de herramientas de encriptado y codificación de mensajes, a comenzar a
prestar atención a qué pone uno en sus perfiles públicos de las redes sociales
y demás cuestiones. Hoy, mientras son útiles y no extremadamente necesarias,
debemos aprender a utilizar estas herramientas, para que cuando en verdad las
necesitemos, el desconocimiento acerca de su uso no nos juegue malas pasadas.
[1] http://www.lanacion.com.ar/645066-aprueban-el-implante-de-un-chip-subcutaneo-de-identidad (las negritas son mías)
[2] Por los logos de los partidos Republicano y Demócrata.
[3] Y sobre esto es importante destacar la historia del, recientemente
conocido, agente infiltrado por la Policía Federal en la Agencia de noticias
Rodolfo Walsh, que venía llevando tareas de espionaje desde el año 2002 y que
demuestra la gran labor y relevancia que tienen estos medios para los movimientos
sociales, organizaciones barriales y partidos políticos que no acceden a la
difusión de los políticos del sistema en los grandes medios de comunicación: http://www.agenciawalsh.org/aw/index.php?option=com_content&view=article&id=10647:por-el-infiltrado-americo-balbuena&catid=67:represion&Itemid=120
[8] http://www.imposemagazine.com/bytes/slavoj-zizek-at-occupy-wall-street-transcript
(transcripción de su discurso en inglés)
[11] En este caso es muy interesante ver cómo el discurso legitimado por
los grandes medios de comunicación se sintetiza en el slogan publicitario de la
empresa de puertas blindadas que tiene publicidad constantemente rotando por el
canal de noticias TN: “Puertas Pentágono, más duras que la realidad”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario