lunes, 20 de mayo de 2013

Sociedades de control, Internet y biometría.


Internet, Estado y control

Los Estados Unidos se encuentran en este momento discutiendo en su congreso una reforma del código migratorio que, por un lado, legalizará a medias el status de ciudadanía de 11 millones de inmigrantes ilegales dentro de su territorio y por otro lado, por lo que las discusiones vienen mostrando, hará obligatoria la recopilación de datos biométricos de ellos dentro del sistema E-Verify, ya existente pero de uso voluntario. La identificación de las personas a partir de datos biométricos es algo ya instalado, a pesar de nunca discutirse, en nuestro país, sin embargo, a nivel internacional es una cuestión polémica puesto que brinda al Estado cada vez más herramientas para la creación del sistema de espionaje interno más grande y sofisticado de la historia.

En el año 2004, el diario La Nación, recogía del New York Times un artículo sobre la aprobación por parte de la Administración Federal de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de la comercialización de un chip implantable que, en un principio, facilitaría a los médicos la obtención de información sobre la historia médica de los pacientes. Acerca de esto, Scott Silverman, presidente de la compañía que se encargaría del desarrollo comercial de los Verichips declaraba:

"La aprobación de la FDA debería ayudarnos a sobrellevar el terror de los implantes de identificación personal y las sospechas que esto ha despertado. Pensamos que ya hay menos cantidad de personas que se oponen a estos desarrollos, aunque aún no podemos saber si los implantes de identificación pasarán la prueba de quienes temen nuevos niveles de vigilancia personal"[1]

Los gobiernos de los elefantes y los asnos[2], en Estados Unidos, a partir de los atentados del 9/11, como si tratara de convertir en realidad las narcopesadillas literarias de Philip K. Dick, han realizado cada vez más avances sobre la creación de un sistema de control interno apoyado sobre la intervención de los mensajes y datos que por teléfono e internet sus ciudadanos comparten y la creación de registros de sus propios ciudadanos y del exterior, compuestas por los datos biométricos de estas personas.

Sobre de la obvia realidad de que todas las personas que están registradas en las redes sociales de internet, hacen de manera voluntaria de acceso público sus vidas, al subir en sus muros y perfiles, datos acerca de sus actividades cotidianas, posturas políticas, creencias religiosas, gustos gastronómicos, etc., debemos tener en consideración la relación de colaboración que tienen las agencias de inteligencia a nivel mundial con las empresas prestadoras de servicios de comunicación, sean estas de telefonía móvil o fija, o proveedores de servicios de correo y almacenamiento de datos en la web.

El rol de internet en el esquema de comunicación social que ha permitido la aparición de radios personales con la sola herramienta de una PC con micrófono, una conexión a internet y un servicio de streaming, de agencias de noticias comunitarias como las que hay en nuestro país[3], Indymedia, movimientos políticos como los de la Primavera Árabe que ante el peligro que corrían las asambleas en espacio público en cada uno de esos países, organizaron y difundieron sus actividades por medio de las redes sociales y luego salieron a las calles masivamente para hacer oír su voz, aumenta exponencialmente a la vez que se van desarrollando nuevos espacios dentro de la web. De la misma manera, los sistemas de vigilancia van sofisticando sus formas de acceso a la información y  bajo la excusa de combatir el terrorismo, agencias como el FBI ejercen presiones económicas sobre grandes empresas, como las que proveen servicios como Skype, Facebook y GoogleTalk para que brinden a su requerimiento las conversaciones de sus usuarios y la información que estos comparten de manera privada en una red de acceso público, tanto por otros usuarios que estén familiarizados con el hackeo como por las mismas prestadores del servicio.

Así, tenemos como caso testigo de solo hace unos días el reconocimiento por parte del Departamento de Justicia de los EE. UU. de la intervención y obtención de registros de llamadas, brindados por la compañía Verizon, de los teléfonos de las sedes de la Associated Press en Nueva York y Washington D.C. a la vez que de por lo menos 100 periodistas asociados a la AP que investigaban acerca de casos de violaciones de derechos humanos, corrupción y maltratos por parte de las fuerzas armadas de ese país en la base penal de Guantánamo, en Afganistán e Irak, países que todavía se encuentras bajo ocupación militar de la OTAN, y sobre la participación de los servicios de inteligencia estadounidenses en un ataque terrorista ocurrido en Yémen.[4]

La amenaza que representa la guerra cibernética para los Estados es cada vez mayor, a la vez que su potencialidad como herramienta de control geopolítico ya ha sido demostrada con el ataque que sufrieron el año pasado los centros de investigación y desarrollo nuclear de Irán por parte de Israel y Estados Unidos[5], a la vez que por las acusaciones que varias compañías estadounidenses, y luego el mismo ejército, realizaron contra las FF.AA. chinas, respecto del ataque a los portales y sistemas informáticos con los que tanto las compañías como el ejército se manejan[6]. La potencialidad del control de lo que se ve, se oye y se comparte en la web ya ha sido demostrada por decenas de Estados que controlan los contenidos y que han hasta llegado a “apagar” internet dentro de sus fronteras para evitar la comunicación entre sus ciudadanos, como se dio, durante el comienzo de las revueltas en Egipto que terminaron con la caída del gobierno de Mubarak. China, por ejemplo, tiene su propio servicio de búsqueda en internet, muy parecido a Google, pero cuyos contenidos son controlados por el inmenso sistema de inteligencia interna del gigante asiático. Los periodistas que en 2008 fueron a realizar la cobertura de los juegos olimpos de Beijing no solo fueron testigos sino que también fueron víctimas de ello.

“Gobiernos del Mundo Industrial, vosotros, cansados gigantes de carne y acero, vengo
del Ciberespacio, el nuevo hogar de la Mente. En nombre del futuro, os pido en el
pasado que nos dejéis en paz. No sois bienvenidos entre nosotros. No ejercéis ninguna
soberanía sobre el lugar donde nos reunimos. No hemos elegido ningún gobierno, ni
pretendemos tenerlo, así que me dirijo a vosotros sin más autoridad que aquella con la
que la libertad siempre habla.”[7]

Ese primer párrafo de la Declaración de independencia del ciberespacio que John Perry Barlow escribió en el año ’96 en la ciudad suiza de Davos, es hoy solo un registro histórico de la voluntad de un activista que supo prever el paso que irían a dar las grandes potencias del mundo sobre el hogar de la mente, la internet, su más sofisticada creación.

El día que Person of Interest salga de la pantalla.

La serie Person of Interest, creada por Jonathan Nolan, salió al aire el 22 de septiembre de 2011 y nos muestra, básicamente, las aventuras de dos héroes que intentan salvar a la población civil de los Estados Unidos de los agujeros que tiene su sistema más sofisticado de seguridad interna. Sus protagonistas: Finch (Michael Emerson, el malo preferido de todos los que siguieron la serie Lost) es el creador de un sistema de reconocimiento de personas en tiempo real llamado “The Machine” que, diseñado altruistamente para asistir en la seguridad dentro del territorio de los EE.UU., es controlado por la CIA, el FBI y la NSA, en su continua cruzada contra el terrorismo internacional, mientras que Reese (James Caviezel, el Jesús de Mel Gibson) un ex agente de la CIA, torturado por los fantasmas de su pasado, rescatado por Finch de su presente de linyera neoyorquino, son los dos héroes de esta historia en la que el Estado, que todo lo puede ver, decide hacer la vista gorda ante las amenazas a ciudadanos particulares que pueden estar por ser asesinados como ser ellos mismos los asesinos. Nuestros dos “arrepentidos”, aunque no lo sean en verdad, del sistema: el programador de computadoras y el espía asesino, llevan a cabo su ardua tarea tratando de mantenerse en la clandestinidad, combatiendo al crimen organizado entre tantas otras cosas, mientras son acosados por los servicios de seguridad interna del país cuyos ciudadanos, tan altruista y heroicamente están defendiendo.

¿Cuál es el asunto con esta serie? Se estarán preguntando aquellos que estén leyendo este artículo. En este caso, la serie solo muestra algo más que todos deberíamos preguntarnos cuán lejos está de convertirse en realidad. La existencia de un sistema que en tiempo real podrá ubicar, a partir de un número de identificación personal y de los datos biométricos asociados a ese número a una persona en cualquier lugar que se encuentre dentro del sistema territorial de vigilancia, que utiliza todas las conexiones telefónicas habilitadas, las cámaras de vigilancia de edificios y espacios públicos y privados y hasta los propios dispositivos tecnológicos que posean acceso a internet o a las redes de telefonía celular de las personas en cuestión, convertirá a quien lo utilice en el poseedor del sistema de inteligencia y espionaje más grande y sofisticado que la humanidad haya visto.

En el año 2011, el filósofo esloveno Slavoj Zizek tomó el micrófono ante una asamblea del movimiento Occupy Wall Street reunida en Zuccotti Park y en un momento de su disertación contó un chiste que surgió dentro de los viejos regímenes comunista de Europa del este, acá va la transcripción:

“Un hombre es enviado de Alemania del este a trabajar en Siberia. Él sabía que su correo iba a ser revisado por los órganos de censura, por lo que le dijo a sus amigos: “establezcamos un código; si una carta que reciben de mi está escrita con tinta azul, lo que digo es cierto, pero si está escrita con tinta roja, es mentira”. Luego de un mes sus amigos reciben su primera carta. La carta dice: “todo es maravilloso aquí, las tiendas están repletas de comida y los cines pasan buenas películas del oeste. Los departamentos son enormes y lujosos. Lo único que no puedes conseguir comprar es tinta roja”. Esta es la manera en la que vivimos. Tenemos todas las libertades que queremos. Pero lo que nos falta es la tinta roja: el modo de expresar nuestra no-libertad.[8]

Esta es la forma en la que se reproduce el poder en las Sociedades de Control de las que habló Deleuze[9]. En nuestras sociedades que tienden cada vez más hacia la flexibilización del control, ya alcanzado hoy por hoy en los países desarrollados del capitalismo occidental, pero no tanto en países como los nuestros en donde se da una disparidad tecnológica con esos países, y hasta con China que siendo hoy en día un Estado que está al mismo nivel tecnológico que los occidentales sigue manteniendo el control directo y rígido sobre su población, el ojo del poder está en la sensación de “bienestar y tranquilidad” del público medio: la cámara de vigilancia y la posesión de una identidad acreditada por un Estado Nación.

En las Sociedades Disciplinarias, de grandes espacios de encierro de las que hablaba Foucault, la vigilancia sobre el individuo se establecía en el marco de instituciones confinadas a un espacio físico cerrado (el hogar familiar, la escuela, el cuartel, la fábrica, etc.), hoy esas instituciones han mutado en nuevas formas, debiendo el control particular en los ámbitos físicos dentro de los que uno se encontrara transformarse en una forma más general, y hasta más participativa para el vigilado, de su propia vigilancia y control. La sofisticación de los medios tecnológicos de control se puede ver, por ejemplo, en que la entrada y la salida del espacio de trabajo ha dejado de ser a través del fichado de tarjetas, y utiliza hoy en día la lectura de huellas digitales, método mucho más práctico y confiable para el control del personal. Pero sobre eso uno debería comenzar a preguntarse qué posibilidad hay de que la misma huella digital del pulgar de uno sea vendido “anónimamente” a alguien, como lo son los datos que tanto empresas de tarjetas de crédito y bancos, obtienen.

Hoy la vigilancia no pasa por la construcción de complejos y costosos sistemas de seguimiento de individuos particulares detrás de los cuales un grupo especial debe estar siguiéndole los pasos, sino que se da de forma dispersa pero interconectada en una red de información en la que se encuentra, o en breve, se encontrará, todo. Nuestros datos biométricos asociados al número del DNI, la tarjeta SUBE (para los que la tengamos) cuyo número es asignado a nuestro DNI, a partir de la cual el Ministerio del Interior guarda un registro de las últimas veces que fue utilizada, es decir dónde y cuándo, nuestros perfiles públicos de Facebook, Tumblr., Twitter, nuestras casillas de correo electrónico, todas las imágenes nuestras capturadas por cámaras de vigilancia de bancos, trenes, calles, edificios y plazas y demás datos, constituyen la identidad digital que poseemos dentro del complejo sistema de control de nuestras sociedades.

¿Te acuerdas del Estado?...volvió, en forma de cámaras.[10]

Pero cómo se da este proceso de construcción de sistemas de vigilancia y control personal en nuestro país, esa es la gran cuestión.

Desde la aparición del kirchnerismo, desde la derecha patronal hasta el progresismo de centro izquierda, todos, absolutamente todos, hablan, como si el Estado no hubiera existido y garantizado las ganancia y la seguridad para los sectores dominantes durante los años ’90, de la reaparición del Estado Nacional como un agente político con injerencia en los distintos ámbitos de la vida pública. Desde la derecha se acusa al kirchnerismo, como buen peronismo que es, de un estatismo que ahoga a la industria y al campo, interviene de forma censuradora y antiliberal en los medios de comunicación, como en el caso de la ley de medios y el conflicto TyC-Fútbol para todos, que actúa principalmente ahogando la economía e impidiendo la libre acción de los ciudadanos avasallando libertades personales tan importantes como la compra de dólares. Mientras que el progresismo de centro izquierda que apoya al gobierno desde el grupo de intelectuales con sede en la Biblioteca Nacional y los partidos y las organizaciones políticas enmarcadas dentro de Unidos y Organizados y demás frentes de organizaciones, hablan de la reaparición del Estado a favor de los humildes, de los descamisados, de los que luego de la década oscura de los noventa, de la que sus mismos líderes fueron partícipes, con medidas como la Asignación Universal por Hijo, la reestatización de fondos de pensiones, la entrega de netbooks a los alumnos de las escuelas y colegios públicos y la supuesta recuperación para la Nación de los estandartes de las empresas públicas como Aerolíneas Argentinas e YPF, vuelven a ser protagonistas del desarrollo de la Nación.

Si el Estado reapareció en esta década fue solo a medias, o mejor dicho, para continuar con un proceso económico abierto desde la última dictadura militar. Es el Estado Nacional y sus aliados provinciales, el responsable de la continuidad del proceso de saqueo de los recursos naturales del país y del continuo enriquecimiento de las grandes corporaciones a expensas del pueblo trabajador. Luego de la crisis de 2001, fue el mismo Estado que había colapsado, el que reorganizando sus fuerzas internas, reestructuró la relación de dominación y control de la clases dominante frente a los trabajadores y desocupados, mediante el disciplinamiento de grandes sectores del movimiento piquetero y la “estabilización” de los índices económicos que llevaron a un crecimiento del empleo, a la vez que a un crecimiento de la precarización laboral, garantizando ganancias extraordinarias a los sectores patronales. Es el Estado, que supuestamente reapareció, el responsable, por acción, pero generalmente por omisión, negligencia y corrupción, de las muertes del crimen de la estación Once, de las inundaciones en La Plata, y tantos otros casos más de relevancia nacional o regional.

Yendo a la cuestión particular de las estructuras de inteligencia y control estatal, hemos visto cómo el discurso de la seguridad social, enfocado en la construcción de una ciudadanía atenta e incluida dentro del sistema, se ha transformado en el de la seguridad ciudadana, dentro de la que se enmarca la creación y el fortalecimiento por parte de los medios masivos de comunicación y el mismo Estado de una imagen criminal sobre los habitantes de los barrios más marginas de las grandes urbanizaciones del país, a lo que se suma la redistribución de funciones dentro de la estructura represiva del Estado, asignando nuevos espacios de acción para dispositivos represivos del Estado como la Gendarmería y la Prefectura, además de la proliferación de los servicios privados de seguridad[11].

Y este discurso acerca de la seguridad no es solo expresado por, según el kirchnerismo, la derecha, sino por el mismo FpV en todos sus estamentos, desde las municipalidades hasta el Senado de la Nación.

Al descubrimiento del Proyecto X, una base de datos construida por la Gendarmería, destinado al almacenamiento de información y la construcción de perfiles de militantes políticos a lo largo y ancho del país, al servicio de la “justicia” y del gobierno de la criminalización y la represión de la protesta social, y del reciente descubrimiento de un agente de inteligencia de la Federal, controlada por el ministerio de Garré, dentro de la Agencia de Noticias Rodolfo Walsh (figura tan reivindicada por los militantes kirchnerista, pero que en un atrevimiento que me tomo en este momento, diría que sería el último que fuera a escribir para la “Korpo”, el complejo de medios, estatales o privados, cooptados por el kirchnerismo, que cada día es más), le podemos sumar, dentro de este análisis, el proceso de camarización de los espacios urbanos de los cordones urbanos del país y los anuncios de la Presidenta acerca de la puesta en marcha de un sistema de identificación biométrica, el SIBIOS bajo la órbita del Registro Nacional de las Personas, la Policía Federal y las agencias de seguridad del Estado.

¿De qué se trata esto? La fundación Vía Libre, junto a la Electronic Frontier Foundation, en el año 2011, sacó un comunicado luego de los anuncios en cadena nacional de la presidenta, y en este nos explican la situación:

(…) el gobierno planea redimensionar esa base de datos –Las que posee actualmente el RENAPER y la PF- para facilitar “acceso fácil” al integrar esos datos en un nuevo sistema integrado orientado a la seguridad. Esto aumenta el grado de vigilancia generalizada, ya que las agencias de seguridad de Argentina tendrán acceso a repositorios masivos de información de ciudadanos, y serán capaces de mejorar las capacidades de hacer reconocimiento facial y por huellas digitales con tecnologías que permitan identificar a cualquier ciudadano en cualquier lugar. (…)El SIBIOS estará completamente integrado con las bases de datos de identificación, que además de los identificadores biométricos, incluyen imagen digital, estado civil, grupo sanguíneo y otras informaciones básicas que se recolectan desde el nacimiento y a través de la vida de las personas. Además, no sólo la Policía Federal tendrá acceso a este sistema integrado. SIBIOS fue diseñado para el uso de otras fuerzas de seguridad y organismos, incluyendo la Dirección de Migraciones, la Policía Aeroportuaria y la Gendarmería Nacional, incluso estará disponible a las fuerzas policiales y entidades provinciales, a través de un Acuerdo con el Estado Nacional. Sin embargo, no ha habido discusión pública sobre las condiciones bajo las cuales los oficiales públicos tendrán acceso a los datos.[12]

El SIBIOS ya está vigente y sumará al Estado de esta manera, una herramienta más para el control de los ciudadanos. Esta no es un cuestionamiento naif acerca de la invasión de la privacidad de las personas, sino que se relaciona directamente con la construcción de un aparato, tanto de vigilancia como represivo, por parte del Kirchnerismo, que ya ha aprobado la Ley Antiterrorista y está a punto de hacer realidad su proyecto de reforma del Sistema Judicial, y que quedará para futuros gobiernos.

En un país en el que la judicialización, criminalización y persecución, la desaparición y el asesinato, de los militantes de organizaciones sociales y políticas, no es solo responsabilidad de los gobiernos dictatoriales, sino también de los demócratas de turno, que utilizan no solo las fuerzas represivas “legales” del Estado sino también a las patotas sindicales aliadas al poder de turno (y esto se vió claramente en el asesinato del compañero Mariano Ferreyra), este tipo de herramientas y aparatos de seguimiento y control, son un peligro y es, tal vez, solo cuestión de tiempo hasta que el kirchnerismo, vuelva a avanzar en su persecución contra el incipiente movimiento político que por izquierda viene enfrentándose tanto a las burocracias sindicales como a las patronales y el Estado, que funcionan dentro del capitalismo, como uno.

Seguimos habitando hoy en día un nuevo viejo mundo en el que el desarrollo de las tecnologías en vez de direccionarse hacia el progreso general de la humanidad, se utiliza para el fortalecimiento de las instituciones de control en un sistema no solo represivo sino también regresivo, que impide el libre desarrollo del potencial mental humano y condiciona la vida misma a la continuidad de esta barbarie civilizada que nos rodea. En este sentido, nos recomiendo, siendo también un ignorante respecto del uso de muchas herramientas informáticas, comenzar a familiarizarse con el uso de herramientas de encriptado y codificación de mensajes, a comenzar a prestar atención a qué pone uno en sus perfiles públicos de las redes sociales y demás cuestiones. Hoy, mientras son útiles y no extremadamente necesarias, debemos aprender a utilizar estas herramientas, para que cuando en verdad las necesitemos, el desconocimiento acerca de su uso no nos juegue malas pasadas.


[2] Por los logos de los partidos Republicano y Demócrata.
[3] Y sobre esto es importante destacar la historia del, recientemente conocido, agente infiltrado por la Policía Federal en la Agencia de noticias Rodolfo Walsh, que venía llevando tareas de espionaje desde el año 2002 y que demuestra la gran labor y relevancia que tienen estos medios para los movimientos sociales, organizaciones barriales y partidos políticos que no acceden a la difusión de los políticos del sistema en los grandes medios de comunicación: http://www.agenciawalsh.org/aw/index.php?option=com_content&view=article&id=10647:por-el-infiltrado-americo-balbuena&catid=67:represion&Itemid=120
[11] En este caso es muy interesante ver cómo el discurso legitimado por los grandes medios de comunicación se sintetiza en el slogan publicitario de la empresa de puertas blindadas que tiene publicidad constantemente rotando por el canal de noticias TN: “Puertas Pentágono, más duras que la realidad”.

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